sábado, agosto 29, 2009

Que te perdone dios

Ha pasado el tiempo, Maya se ha ido y febrero ha repetido sus días tantas veces que memoria no hay de eso, Mauricio señala el tiempo en el calendario; esas marcas tienen hoy un valor diferente…

El aire frio de enero ya no hela como antes, las canciones depresivas hoy le provocan tanto sueño, nada importa, nada pesa.

El verano se acerca, eh ínsita a la diversión, al goce de los cuerpos y los deseos fortuitos, y esta vez después de años, tiene sentido…esta fue una lección aprendida, un amor que nunca pudo ser, y Miguel siente que merece ser feliz.

Tanta alegría es imposible de sentir, así que Miguel se enfoca en nuevos proyectos, ha cambiado su look, sonríe como nunca y prepara metas específicas; un nuevo trabajo, amigos diferentes, viajes por el mundo, ¡divertirse! Y ¿Por qué no? Hasta encontrar un nuevo amor.

Un nuevo día comienza y se esmera por salir adelante, se burla del almohazo y de la melancolía; las calurosas playas de Cancún lo esperan, la reservación fue improvisada y la tarjeta se encuentra hasta el tope; él sigue sonriendo.

¡Dios mío!
Son tantas las contradicciones e inseguridades con las que vive, como para lidiar ahora con el ‘destino’, Maya ha llamado amablemente a la puerta pidiendo una plática civilizada después de tantos años de ausencia.

Psicólogos y amigos le han recomendado cerrar el ciclo, olvidarla, perdonarla por haberse ido.
El comienza a pensar que tenía que ser así, que el destino hace de las suyas y que las vacaciones de verano se deben cancelar…

Café de olla, una cena rica en calorías, vino tinto y un mesero inútil, ¡caray como en los viejos tiempos!
Ella sonríe, se ve bien, un poco desmejorada y cansada, pero asegura que una gripe es la culpable.
La charla no podría ser más interesante, risas, abrazos, recuerdos, todo es tan hermoso como cuando se enamoraron, él comienza a creer que eso de ‘darse un tiempo’ es real.

Maya titubea después de varias copas, su sonrisa parece desgastada e indulgente, desvía la mirada y él comienza a dudar.

Supuso que los efectos del alcohol la orillaban a actual infantil e insensata, pero tristemente se dio cuenta que si su destino estuviera escrito no sería precisamente un ‘cuento de hadas’.
Reclamó por el presente y el pasado, le apretó los brazos encajando un poco las uñas y de un botellazo lo desmayó por un rato.

Maya ha venido con el corazón en la mano a decirle que nunca lo dejó de amar, pero nunca habrá de perdonarlo por el VIH positivo que le transmitió…

Ha venido en son de paz, pero ya no pudo con tanta cordura, nunca lo habrá de perdonar por ser el promiscuo, mentiroso y manipulador que resultó ser- no es suficiente querer- concluyó.

Los planes de verano han cambiado, no habrá alcohol ni sexo en la playa.

La consciencia y la miseria merecida serán su triste compañía.

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