martes, febrero 24, 2009

Guanajuato

Era un domingo por la tarde, las calles llenas de transeúntes, los callejones con mil historias y los túneles que salvaguarde dios los misterios que esconden...

Todo esto impregnaba un pintoresco aire en el ambiente más brillante que las fosforescentes y típicas casas de la ciudad.
Dimos varías vueltas y nos perdimos, pero no importaba puesto que la intransigencia del hecho se veía deteriorada por la ajena amabilidad de los lugareños y el ambiente armónico y misterioso...ahora sé que anduvimos cuesta abajo por los túneles de Miguel Hidalgo, el callejón de Galarza, la plazuela del Baratillo...

La historia estaba tan impregnada como distante de nuestra época, tan tangible como la carcomida y deteriorada fachada de los pórticos.

Es cierto, la belleza era susceptible a la vista del espectador puesto que representa tan importantes hechos de nuestro país; era el resultado de la conjetura entre lo que ahí pasó y el dinero invertidos para su restauración.

La noche llegó y un cálido ambiente romántico fue envolviendo popo a poco la ciudad; las rondallas estaba listas, los cafés prendían sus velas, el cantante afinaba su guitarra, la gente se emocionaba más y más...

Yo estaba admirado pero ya me dolían los pies...

Siendo sincero nunca me logré contagiar con dicho ambiente, el callejón del beso, por ejemplo, me pareció más bien un festín económico para los lugareños, las calles lucían un poco sombrías y las estatuas traicionaban a la vista con sus dobles reflejos mientras de las grutas emergían un grupo de darks que se disponían a comer pizza.
Pero esta fue solo una percepción.

Por otro lado es fácil perderse entre la admiración y la imaginación, uno no puede creer las atrocidades cometidas por la santa iglesia católica de aquellos tiempos, la severidad de los hechos cometidos por el inculpado no justifica la crueldad de las torturas.

Pero bueno esos eran otros tiempos, ahora todo es 'tan diferente'...

Espero regresar pronto a admirar el trabajo de los artistas que han plasmado en sus obras los pincelazos más diversos del lugar, desde los más comunes como una simple postal, pasando por pinturas homogéneas del lugar, los misterios tatuados desde el subsuelo; en las minas y túneles hasta lo más alto del cerro de la Valenciana.

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